Cuando leí 4 3 2 1 quedó en mi cabeza la idea de que, en la vida, todo es aleatorio y circunstancial y que las más mínimas decisiones pueden tener consecuencias imprevistas y determinantes.

Esta novela, publicada por el escritor Paul Auster en 2017, no es una novela cualquiera: es un librazo de casi mil páginas en las que el autor cuenta la historia de Archie Ferguson desde su nacimiento y hasta sus veinte años, pero enfrentándolo a cuatro posibles vidas. Es decir, relata cuatro variaciones de la vida de un personaje dando como resultado cuatro novelas independientes e intercaladas.

Las distintas versiones de la vida de Archie comparten elementos comunes: la familia, las ganas de escribir, la afición al deporte. Sin embargo, cambian las personas con las que entra en contacto, la influencia que ejercen en su vida y por sobre todo, las decisiones que va tomando ante determinadas circunstancias: así, aquello con lo que nace se modifica según los caminos que toma ante esas encrucijadas en las que una elección puede cambiarlo todo.

La novela es un incómodo y extenso “y si…”. Un relato de lo que pudo ser y no fue y de lo que, para más incertidumbre, jamás tendremos certeza.

Paul Auster, en este experimento narrativo, nos retrata un mundo de posibles. Experimenta con todas las contingencias: vida corta o larga, feliz o infeliz, detalla de qué forma le afectan a Archie (a cada una de las versiones de Archie) los acontecimientos sociales y políticos de su época, a quién ama, a quién odia, con quién se relaciona, los profesores y amigos que le tocan en suerte. Por supuesto, cada una de estas opciones originan cambios: así, a Archie se le abren algunas posibilidades y se le cierran otras.

La novela es un incómodo y extenso “y si…”. Un relato de lo que pudo ser y no fue y de lo que, para más incertidumbre, jamás tendremos certeza.

El autor neoyorquino se atreve a escribir sobre una pregunta que creo, todos nos hacemos no una sino muchas veces, a lo largo de los años: ¿Y si hubiera actuado de otra forma en un momento crucial de mi vida? ¿Esto que me sucedió es obra del azar o todo es consecuencia de mis propias decisiones? ¿Cuánto influyen mi escenario, mis relaciones, las opciones que aparecen ante mis ojos, el lugar donde nací, mis padres para que yo haya tomado este camino entre todos los posibles?

¿Somos capaces cualquiera de nosotros de contar la vida que pudimos haber tenido si la decisión hubiera sido otra? Auster se arriesga y lo hace – se reconocen muchos elementos autobiográficos en su narración- y nos deja con ganas de saber qué hubiera pasado con nosotros si…

El efecto mariposa

Un viejo proverbio chino dice que el aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo.

Lo recordé el domingo, cuando al conversar con mi hijo adolescente sobre el resultado de las elecciones, se refirió a la teoría física del efecto mariposa que dice que las alteraciones aparentemente inocuas de una acción pueden llegar a generar efectos importantes, siendo el primer desencadenante de un proceso que luego va adquiriendo mayor fuerza.

El famoso “y si…” del que tanto habla Auster en 4 3 2 1.

Entonces, no pude dejar de preguntarme:

¿Qué hubiera pasado si Patricia Bullrich hubiera mostrado una mayor solvencia en los debates y en las entrevistas a la hora de explicar su plan económico y no nos hubiera desconcertado con su “plan integral y holístico, con el foco en el ser humano desde una perspectiva en el que todo aquello que tiene que ver con el ser humano estén todos bajo una filosofía muy interesante”?

¿Y si Lilia Lemoine no hubiera dado aquellas entrevistas en las que habló de su proyecto de renuncia a la paternidad, se burló del aspecto físico de una diputada, acusó a las mujeres de pinchar los preservativos y se mostró plena de desvaríos y llantos sorpresivos?

¿Qué hubiéramos votado los argentinos si Massa no hubiera repartido bonos, no hubiera devuelto el IVA sobre los productos de primera necesidad o no hubiera eliminado el Impuesto a las Ganancias de los sueldos de los trabajadores?

¿Y si Bullrich no hubiera tenido la interna salvaje con su compañero de partido, Horacio Rodríguez Larreta y todos los votos del Jefe de Gobierno de CABA se hubieran trasladado automáticamente a los propios?

¿Qué resultados hubieran mostrado las urnas si Milei no le hubiera dicho montonera pone bombas a Bullrich, zurdos de mierda a los radicales e imbécil representante del maligno en la Tierra al Papa Francisco?

¿Y si Massa no hubiera mostrado las posibles diferencias en los valores de las tarifas del transporte público entre su gobierno y un eventual gobierno de cualquiera de sus oponentes?

En una Argentina en la que todo está atado con hilos demasiado enclenques, en la que cualquier detalle personal hace variar la elección por parte de los votantes, los dos candidatos se van a enfrentar, día a día, a un “y si…” inconmensurable.

Ya lo vimos con Archie, el personaje de Auster y sus cuatro posibles vidas: todo suceso, por irrelevante que parezca, puede dar lugar a resultados muy distintos e incluso totalmente inesperados.

Claro que no podemos determinar a ciencia cierta cuál de ellos fue el que logró el triunfo en primera vuelta del candidato de Unión por la Patria. Quizás es la suma de varios e incluso, hasta podemos dudar sobre la efectividad de sus decisiones y achacarle el resultado a las (malas, a la luz de los resultados) de sus oponentes.

Así las cosas, en una Argentina en la que todo está atado con hilos demasiado enclenques, en la que cualquier detalle personal hace variar la elección por parte de los votantes, los dos candidatos que deben dirimir la elección el próximo 19 de noviembre se van a enfrentar, día a día, a un “y si…” inconmensurable.

A partir de este momento, cualquier declaración, cualquier gesto, cualquier alianza, cualquier suceso por irrelevante que parezca va a cambiar la posible vida de los candidatos.

Y por supuesto, la de todos nosotros. Nunca imaginé que iba a tenerle miedo al aleteo de una mariposa.