Ya las cartas se bajaron sobre la mesa. La sociedad argentina, por amplio margen, decidió confiar su destino a la actual oposición por una diferencia de más de 11 puntos: 55,69% para Milei, 44,30% para Massa. Si algo quedaba en claro era que la definición iba a ser por amplio margen, y con escaso porcentaje de votos en blanco. 

La Argentina eligió de manera contundente. A excepción de Buenos Aires, Santiago del Estero y Formosa, el mapa se tiñó de violeta y amarillo. Prácticamente todo el voto de Bullrich y de Schiaretti se fue con él, a lo largo y ancho del territorio. El antiperonismo se alineó de manera uniforme, y ahí se nota que el respaldo de Mauricio Macri resultó determinante para darle confiabilidad a un candidato que aparecía demasiado inestable a ojos de la mayoría. 

Tal vez el problema consista en saber qué fue lo que eligió. ¿Al Milei radicalizado o al más moderado? ¿Se inclinó por el negacionismo y la reivindicación de la Dictadura de Victoria Villarruel? ¿O, tal vez, votó confiada en que, finalmente, será Mauricio Macri el que termine gobernando desde la informalidad?

Tal vez el problema consista en saber qué fue lo que eligió. ¿Al Milei radicalizado o al más moderado? ¿Se inclinó por el negacionismo y la reivindicación de la Dictadura de Victoria Villarruel? ¿O, tal vez, votó confiada en que, finalmente, será Mauricio Macri el que termine gobernando desde la informalidad?

Con sentidas palabras, Sergio Massa no demoró su reconocimiento de la derrota. También adelantó que terminaba su vida pública. Del lado del actual oficialismo se abre el interrogante sobre la jefatura de la futura oposición. Pero es muy temprano para adelantar hipótesis.

La embajada de EEUU felicitó a Milei, pero le marcó la cancha en lo referido a dolarización, cambio climático, vigencia de los DDHH, clima de inversiones y respeto de las clases medias. El futuro no será placentero. Se abre una etapa de redefiniciones y de cambios profundos, aunque no es posible mensurar su impacto social ni sus características. 

Volver a Alberdi

Si bien Massa habló y caballerosamente reconoció la victoria, el discurso de Milei se hizo esperar. Quedaba la duda sobre el tono que adoptaría en su mensaje y qué clase de anuncios realizaría, hasta que, finalmente, el misterio se reveló. Hablo de manera enérgica, pero cauta. No adelantó el nombre de sus ministros ni más precisiones que su decisión de retomar el “liberalismo de Alberdi”, para que en 35 años la Argentina “recupere su lugar en el mundo”.

Formuló algunas precisiones generales, como que “Hoy se termina el Estado omnipresente”, “Hoy volvemos a abrazar las ideas de Alberdi”, “Basta del modelo empobrecedor de la casta” y que “No hay lugar para el gradualismo”.

Milei trató de ser terminante al adelantar que “No hay lugar para el gradualismo”, que va a haber “cambios drásticos“ y que "Vamos a ser implacables con los que se resistan", como táctica para tratar de marcar una cancha que, hasta ahora, aparece bastante embarrada para hacer pie.

También abrió el libro de pases, al anunciar que “Todos los que quieran sumarse serán bienvenidos”. Milei tiene en claro que necesita incrementar su capital político para contrarrestar el embate de Mauricio Macri y de Victoria Villarruel sobre su capacidad de gobierno.  De ahí el mensaje al gobierno: “Que se hagan cargo hasta el final de su mandato”. Sabe que, si tuviera que asumir antes de tiempo, no tendría equipos y caería bajo la influencia de sus aliados con estructura.

Milei trató de ser terminante al adelantar que “No hay lugar para el gradualismo”, que va a haber “cambios drásticos“ y que "Vamos a ser implacables con los que se resistan", como táctica para tratar de marcar una cancha que, hasta ahora, aparece bastante embarrada para hacer pie. Necesita desesperadamente ganar tiempo para que no se devalúe su autoridad antes de asumir. 

El nuevo presidente agradeció especialmente a su hermana, Karina, y a Santiago Caputo, a quien sindicó como el cerebro de la estrategia que le llevó a la victoria. 

Horas de transición

Inmediatamente Sergio Massa dio un paso al costado y anunció que se tomaría licencia para favorecer la transición. Hizo lo correcto: debido al margen de diferencia en los cómputos finales, no podría controlar el timón del barco en medio de las presiones que se desatarán en los próximos días. Debe preservarse y dejar que se hagan cargo Alberto y Cristina, a quienes el pueblo eligió en 2019 para ser gobierno hasta el 10 de diciembre de este año.

Esa transición quedará a cargo de Raúl Rigo y del presidente del Banco Central, Miguel Pesce. Dos irrompibles con habilidad para adaptarse a los cambios en los vientos. Se vienen jornadas de definiciones profundas. La primera de todas es que, si bien ganó Milei, ¿podrá gobernar?

Aquí se abre un abanico de hipótesis que comenzarán a definirse con cierta inmediatez. Por lo pronto, el dólar cripto pegó un salto significativo en la jornada de hoy, y nada autoriza a pensar que no suceda lo mismo con el resto de las divisas que cotizan en nuestro mercado. 

También queda por definir cómo se configura el nuevo mapa político, con ambas coaliciones que supieron ser mayoritarias ahora estalladas. ¿Se vendrá un nuevo espacio político de centro-derecha similar al Partido Popular español? ¿Qué papel asumirán el Frente Renovador y el peronismo no cristinista? 

El pueblo se expresó en favor de un cambio, aunque ese cambio aún no tenga definición clara pero sí un sentido bastante definido. Por ahora, todo es incertidumbre, pero al menos la agobiante ansiedad electoral que nos embargó a todos los argentinos llegó a su fin.

Finalmente, el cristinismo salió fortalecido, aunque reducido en su dimensión: con un Axel en la provincia que no podrá resistir simultáneamente los embates del nuevo Gobierno Nacional, de la Cámpora y de la ex presidenta, deberá deponer su rebeldía; y un control significativo de las bancas legislativas obtenidas por UxP y doce municipios bonaerenses propios. En este contexto, ¿Cristina mantendrá su viaje a Italia?  Después de llamarse a silencio durante algún tiempo, nuevamente su figura podrá retornar como la marea. 

El pueblo se expresó en favor de un cambio, aunque ese cambio aún no tenga definición clara pero sí un sentido bastante definido. Por ahora, todo es incertidumbre, pero al menos la agobiante ansiedad electoral que nos embargó a todos los argentinos llegó a su fin. Ahora comienza otra etapa de ansiedad y redefiniciones políticas en el marco de la transición, sobre el rumbo y liderazgo del próximo gobierno.  

Quienes creyeron que las cosas se apaciguarían, advertirán muy pronto que acabamos de ingresar en un nuevo torbellino. No hay cambio posible sin conmoción de los cimientos.

Hoy se abrió una nueva etapa para la Argentina. Pronto pasaremos de las conjeturas a los datos crudos y duros de la realidad.